La agricultura se está moviendo hacia espacios interiores, donde el Sol nunca brilla, la lluvia es irrelevante y el clima es siempre adecuado.
El campo de cultivo perfecto podría estar dentro de una construcción sin ventanas donde la luz, temperatura, humedad, calidad del aire y nutrición serían controladas meticulosamente. Podría estar en un rascacielos en Nueva York, un búnker siberiano o un extenso complejo en el desierto saudí.
Sus defensores dicen que esto, o algo parecido, puede ser una respuesta a los problemas alimentarios del mundo.
“A fin de mantener un planeta en el que valga la pena vivir, tenemos que cambiar nuestros métodos”, dice Gertjan Meeuws, de PlantLab, una compañía de investigación privada.
El mundo ya tiene problemas para alimentarse. La mitad de los habitantes de la Tierra vive en ciudades y casi la mitad de esos 3.000 millones están hambrientos o desnutridos.

Los precios de los alimentos, actualmente al alza, son golpeados por sequías, inundaciones, así como por el costo de la energía necesaria para plantarlos, fertilizarlos, cosecharlos y transportarlos.
Los promotores de estos nuevos sistemas creen que los precios serán cada vez más inestables, pues el cambio climático hace que la planificación de cultivos a largo plazo sea incierta.

Los agricultores de muchas partes del mundo ya están agotando los recursos hídricos disponibles hasta la última gota y el mundo es cada vez más poblado: a mediados de siglo, la población mundial crecerá 6.800 millones a 9.000 millones, según las predicciones de la Naciones Unidas.

Alimentar a tanta gente puede requerir expandir las tierras de cultivo a expensas de los bosques y junglas, o encontrar formas de aumentar radicalmente el rendimiento de los cultivos.
Meeuws y otros tres bioingenieros holandeses han llevado el concepto del invernadero un paso más allá, al cultivar hortalizas, hierbas y otras plantas en ambientes cerrados y regulados donde se excluye hasta la luz natural.
En su estación de investigación, fresas, pimientos amarillos, plantas de albahaca y banano adquieren un inquietante resplandor rosado bajo las bombillas de color rojo y azul de tecnología LED.
 El agua se escurre en los moldes cuando se necesita, cualquier exceso se recicla, y la temperatura es constante. Las luces se encienden y apagan, simulando el día y la noche, pero de acuerdo al ritmo de la planta.
Los investigadores holandeses dicen que planean construir un edificio de 1.300 metros cuadrados (14.000 pies cuadrados) en Holanda, con cuatro niveles diferentes de vegetación a finales de este año. 
Después de eso, imaginan cultivar vegetales junto a centros comerciales, supermercados u otras tiendas de alimentos.